Ronda, manos y palma

En el marco del boom de la cestería y la articulación entre artesanía y diseño ¿qué hace un grupo de mujeres sentadas en ronda en el living de un departamento del barrio de Once?

Las mujeres muestran sus artesanías, que van desde el tradicional canasto al portamate, paneras, individuales, posa macetas, entre otras piezas que lucen la nobleza de la materia prima del monte y detalles en chaguar teñidos con tintes naturales. Hace ya 5 años que participan de la Feria de Mataderos en Buenos Aires. Para llegar a vender en las ferias y hacer frente a los pedidos de diseñadoras e intermediarios, estas mujeres se juntan para definir las encomiendas, los precios, los tiempos de entrega. 

Tiempos de buscar la palma en el monte, cortarla y dejarla secar, en un proceso que lleva días y también el tiempo del tejido a mano de los canastos, mucho más si se usa la aguja para su elaboración. Los tiempos de la hechura de los canastos forman parte de los tiempos de la casa, de la lucha por la recuperación de tierras ancestrales, de sostener la salita de salud y de la participación en las reuniones del consejo Qarashe, compuesto por diecisiete organizaciones qom y wichi dedicadas a lograr mejoras concretas para la comunidad.  

Foto: Elizabeth  Wendling 

Si bien hoy conforman un grupo numeroso, hacia el año 2010 eran apenas diez artesanas qom dedicadas a la creación de artesanía en hojas de palma en el proyecto de la cooperativa Onoleq Laxaraiq, qué surgió en el paisaje del “impenetrable” monte chaqueño, en el Barrio Originario de Miraflores. La cooperativa es una manera de deconstruir el hábito del trueque y el regateo, de poner en valor el trabajo y del saber hacer. Así, en ronda, es que siguen buscando la manera de mostrar su artesanía y encontrar espacios que nos inviten a pensar ¿qué sabemos de estas hacedoras? ¿cómo se piensan? ¿qué lugar tienen en el universo del slow made y la sustentabilidad?